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  Santa Teresita de Lisieux
 

SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS

María Francisca Teresa, su nombre de pila, nació el 2 de enero de 1873 en Alençon, pequeña ciudad de la baja Normandía, capital del departamento de Orne a poco más de 200 Km. al oeste de París-Francia.

 

Santa Teresita del Niño Jesús (Teresa de Lisieux), antes de tomar la pluma para escribir su autobiografía, se arrodilló ante una imagen de la Virgen María pidiéndole que guiara su mano paro no escribir una sola línea que no le agradare.

 

En el libro que escribió, «Historia de un Alma», Llena de júbilo relata sus experiencias; una de ellas, el día de su primera comunión cuando hizo el acto de consagración a la Virgen en nombre de sus compañeras:

 

“Por la tarde fui elegida para pronunciar el acto de consagración a la Santísima Virgen; era justo que hablara yo en nombre de mis compañeras a mi Madre del Cielo, ya que había sido privada tan pronto de la Madre de la tierra... Puse todo mi corazón hablándole, me consagré a Ella, como una niña que se arroja en los brazos de su madre y le pide que vele por ella. Creo que la Santísima Virgen debió mirar a su florecilla y sonreírla, ¿no era Ella la que la había curado con una sonrisa visible? ¿No había depositado Ella en el cáliz de su florecilla, a su Jesús, la Flor de los Campos, el Lirio del valle? (Ct 2, 1)”.

 

Esa misma noche escribe un su cuaderno intimo tres propósitos, uno de ellos, el de rezar todos los días a la Virgen el Acordaos de San Bernardo.

 

La santa vivía agradecida de la tutela de la Virgen para con los suyos:

 

“La que nos ha dado tantas pruebas de las predilecciones maternales de la Reina de los Cielos para con nuestra familia”.

 

Las novicias se mostraban sorprendidas y admiradas de ver como Teresa de Lisieux les adivinaba sus más íntimos pensamientos:

 

“He aquí mi secreto -les dijo-, jamás les hago advertencias sin antes invocar a la Santísima Virgen pidiéndole que me inspire lo que más debe aprovecharles; algunas veces hasta yo misma me admiro de lo que enseño”.

 

Se sentía protegida y segura de su cuidado materno:

 

“La Santísima Virgen me muestra que no está disgustada conmigo; nunca deja de protegerme cuando se lo pido. Si me sobreviene una inquietud, un apuro, me vuelvo inmediatamente a ella por siempre, como la madre más cariñosa, ella defiende mis intereses”.

 

En forma sencilla nos revela sus más íntimos pensamientos acerca de su amorosa madre:

 

“¡Oh, cuánto amo a la Virgen María!  Si  hubiera  sido  sacerdote, ¡cuanto habría hablado de ella! Nos la presentan inaccesible; debieran presentárnosla imitable. ¡Es más Madre que Reina! He oído decir que su brillo eclipsa el de todos los santos, como el sol, al parecer hace desaparecer las estrellas. ¡Dios mío, que extraño es esto! ¡Una madre que ofusca la gloria de sus hijos! Yo pienso todo lo contrario; creo que aumentará mucho el esplendor de los elegidos... ¡La Virgen María! ¡Cuán sencilla me parece que debió ser su vida!”.

 

Afectada de tuberculosis durante los últimos seis meses, sufrió un continuo calvario desde el domingo de la Pasión hasta el día de su muerte.

 

En mayo de 1897, Año de su muerte, la Santa escribió una extensa poesía, que la tituló Por que te amo, dedicada a la Virgen María, que a la postre fue la última que compuso. Al final de la poesía, presintiendo la cercanía de su muerte le canta a la Virgen así:

 

“Bien pronto escucharé las armonías

De sus divinos cánticos

Bien pronto, Reina mía, pienso verte

Y oírte con encanto,

¡Oh tú, que en la mañana de mi vida

Te miré sonreír, ya que el ocaso

Hoy llegó para mí, que me sonrían

Los dulcísimos pliegues de tus labios!

 

Ya no temo el fulgor de tu mirada,

Ni delante de ti los ojos bajo:

Yo padecí contigo

Y hoy quiero en tu regazo,

Decirte una vez más que soy tu hija,

Y cantarte sin fin, ¡porque te amo! ”.

 

El 8 de septiembre, escribió su último autógrafo:

 

“Oh María, si yo fuera la reina del cielo y vos fueses Teresa, quisiera ser Teresa a fin de que vos fueseis la Reina del Cielo”.

 

El 30 de septiembre de 1897X por la mañana, dirigiéndose a una estatua de la Virgen le dice:

 

“¡Oh con cuanto fervor le he suplicado!... ¡Oh, Dios mío!... ¡Sin embargo, amo a Dios! ¡Oh mi buena Virgen Santísima, venid en mi socorro!”.

 

Santa Teresita de Lisieux, al atardecer de ese mismo día expiró dulcemente. Sus últimas palabras mirando el crucifijo fueron: “¡Oh, le amo Dios mío, os amo!”. Ella desde el cielo según su promesa sigue derramando una lluvia de rosas sobre la tierra.

 

Fue beatificada el 29 de abril de 1923 por el Papa Pío XI y canonizada por el mismo Papa el 17 de mayo de 1925. Del mismo modo que San Francisco Javier, Teresita de Lisieux fue declarada “Patrona de las Misiones”.

 


Frases de Santa Teresita de Lisieux
"Para mí, la Oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a JESÚS."


"No poseo el valor para buscar plegarias hermosas en los libros; al no saber cuales escoger, reacciono como los niños; le digo sencillamente al buen Dios lo que necesito, y Él siempre me comprende."


"Lo que me impulsa a ir al Cielo es el pensamiento de poder encender en amor de Dios una multitud de almas que le alabarán eternamente."


"Mi caminito es el camino de una infancia espiritual, el camino de la confianza y de la entrega absoluta."


"Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección".


"En el lavadero mi compañera de trabajo sacudía la ropa con tal fuerza que me salpicaba de jabón la cara. Esto me hacía sufrir, pero jamás le dije nada al respecto, y así ofrecía este pequeño sacrificio por los pecadores."


"Yo nunca aconsejo nada a nadie sin haberme encomendado a la Virgen Santísima. Ella es la que hace que las palabras que digo tengan eficacia en los que las escuchan".


"La vida es un instante entre dos eternidades."


"¡Qué grande es el poder de la oración!. Se diría que es una reina que en todo momento tiene acceso directo al rey y puede conseguir todo lo que le pide."


"La Santísima Virgen me demuestra que nunca deja de protegerme. Enseguida que la invoco, tanto si me sobreviene una inquietud cualquiera, un apuro, inmediatamente recurro a ella, y siempre se hace cargo de mis intereses como la más tierna de las Madres."


"Se sabe muy bien que la Santísima Virgen es la Reina del Cielo y de la Tierra, pero es más Madre que Reina."


"¡ Oh María ¡. Si yo fuese la Reina del Cielo y Vos fuéseis Teresa, yo querría ser Teresa a fin de que Vos fuéseis la Reina del Cielo."


"Después de mi muerte, haré caer una lluvia de rosas."


"Voy a pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra."


"Yo no muero, entro en la vida."

 
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